Leonardo Favio, entre lo testimonial y el espectáculo: sus películas como cantor
DOI:
https://doi.org/10.22475/rebeca.v6n2.431Palavras-chave:
cine argentino, música popular, canciónResumo
Tras una primera trilogía como director, gracias a la cual había logrado el reconocimiento de la crítica, Leonardo Favio volvió a plantarse delante de las cámaras. Aquella vez no lo hizo bajo la dirección de directores de renombre (como Leopoldo Torre Nilsson o Fernando Ayala), sino frente a uno inexperto hasta entonces (Eduardo Calcagno) con el objetivo de atestiguar su carrera como cantante.
Entre el testimonio, el longplay y la historia romántica, Fuiste mía un verano (1969) se presenta como una película que pretende ser un documento-ficcional de las giras y sus avatares, así como también de su vida sentimental, su trabajo y el efecto magnético que producía en los públicos, utilizando para ello distintos registros narrativos e incluso adelantándose al reality show. Luego Favio protagonizó Simplemente una rosa (Emilio Vieyra, 1971) y así se incorporó al género musical en boga por aquellos años, las películas centradas en los cantantes populares. Me interesa analizar por contraste en ambos filmes la sinergia que se produce entre la estrella, el relato y las canciones, y la forma en que ello pretende exponer el vínculo del cantante con su público. De este modo, daré cuenta de que aún en dos productos aparentemente tan similares, la puesta en escena y articulación con el relato de los temas musicales proponen diversas perspectivas sobre las canciones, tanto como sobre la figura del cantante.
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